Celebraciones póstumas
1
De donde viene toda esta gente,
no lo sé.
Parecen a punto de aullar,
gritar,
convulsionar, y
celebrar.
Como si los tormentos
a su alrededor
fuesen espejismos,
festejan
el nacimiento del príncipe bastardo.
Pero fue mujer,
la heredera absoluta
del decadente reino
donde las almas
encuentran reposo infinito.
Pues las persecuciones terminaron,
cuando la niña
hija indiscutible del rey,
vomito su ultimo llanto
a favor de todos los santos.
De su patria,
de su Reino,
de su mundo.
Hasta que las hormonas
hicieron lo suyo.
2
Y pase toda mi vida
buscando la
respuesta correcta,
entre contorsionistas, y
malabaristas.
Siempre de prisa.
Como extraviada en un circo
al final de la función,
como la niña
que siempre quiso ser varón.
Ahora sin embargo
prefiero morir en el charco.
Ahogada,
atragantada, y
hasta quizás excomulgada.
Pero morir de hambre
¡Nunca! ¡Jamás!
pues mi alma
no es de las que se extinguen
con facilidad.
Pero lo encontré,
Divagando entre pasados
indistintos, y
malgastados.
Como una promesa
de pronta salida,
me familiarice
con sus costumbres, y
desdichas.
Y lo ame por existir y
por estar ahí,
cuando las pesadillas
se desvanecieron
entre las cortinas de ese nuestro
ahora compartido
pasado.
3
Incendiario.
Su nombre y apellido,
aplastados y masacrados.
Con un martillo, y
solo después
de mil cigarrillos.
Pues ese joven
me enamoro y
revivió,
para seguir el ritual
de la vida familiar
como último paradero
de esa mi
desquiciada realidad.
4
Articulaba cumplidos
cuando recordé
mi persistente mortalidad.
Entendí entonces
de que iba el chiste.
Y es que sería momentáneo,
mi dicha y placer.
Aun así,
el camino
seguía siendo demasiado,
extenso y agotador.
Y yo
ya no era un maniquí,
ni mucho menos
el reflejo de un pasado
desgastado y
destartalado.
Era pues
la contraposición
de una fuerza
inacabable, y constante.
Era la reivindicación
de la naturaleza
de su
inagotable amor.
5
Entonces decidí,
seguir intentado,
tirando y
aguantando
las perversas maquinaciones
de nuestro presente, y
distante futuro.
Pues juntos
sobrevivimos
como encadenados
al magistral
imperio de la contaminación.
Juntos como
envueltos en calor
resistimos
alimentando
nuestra
ultima cuota de dolor.
Intento de poesía numero ciento uno…
Beirut – Long Island (2006)
Beirut es un viaje intenso hacia interiores que normalmente no me atrevería si quiera intentar. Pues la música de fondo es inquietantemente alegre, cuando el discurso resulta extremadamente duro y absolutamente real. Demasiado real. Las trompetas, la mandolina, las melodías, la gente bailando mientras el cantante sigue desangrándose. La clase de final perfecto que cualquier nómada desearía tener. Abajo Zach Condon, nuevo rockstar. Además de estar en esa actitud.
Zach Condon is a Young King
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